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Las fuentes de energía verde son parte de la solución ante el agotamiento de los combustibles fósiles.
La transición energética, de la que tanto se lleva hablando en los últimos años, vuelve a ser objeto de debate de la comisión europea a raíz del desabastecimiento que sufre el viejo continente, provocado por el bloqueo del gas de origen ruso. Nuestro modelo energético actual y nuestros planes futuros vuelven a ser cuestionados ante la imperiosa necesidad de revisarlos y adaptarlos para superar airosos la coyuntura actual pero también para tratar de ralentizar las ya irremediables consecuencias del cambio climático y el calentamiento global.
¿Qué son las energías verdes?
Y en el centro de esa estrategia energética, las energías renovables -la energía solar, la energía eólica, la energía de la biomasa, la energía geotérmica, la energía hidráulica y la energía del mar- se erigen como parte de la solución.
Y es que forman parte de las denominadas energías verdes, que son aquellas energías limpias, que no contaminan ni emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera, y que además son inagotables, ya que no dependen de la extracción de combustibles fósiles perecederos, como el carbón o el gas, sino que proceden del funcionamiento natural del planeta, es decir, proceden del flujo de energía que la Tierra recibe diariamente desde el exterior.
La principal fuente energética renovable es la solar, ya que prácticamente una tercera parte de la energía procedente del sol se refleja en la atmósfera de forma directa. El resto de energía procedente del sol, en cambio, atraviesa la atmósfera terrestre y se acumula en el viento, el agua, las mareas y las olas, la biomasa y la geotermia.
Como decíamos, las fuentes de energía verde son parte de la solución ante el agotamiento de los combustibles fósiles, pero, tal y como indican los expertos, debemos tener en cuenta dos aspectos muy importantes. Que lo más sostenible es no despilfarrar la energía, independientemente de su origen. Y que las fuentes energéticas renovables pueden cubrir el suministro doméstico de energía, pero no alcanzan por sí solas para mantener el ritmo de consumo energético global actual, que, no debemos olvidar, está realizado predominantemente por la industria.
Los precios de las energías clásicas encadenan precios históricos, si bien aún no podemos saber cómo se desarrollará el inicio de año, la buena noticia es que si comparamos los precios establecidos el pasado mes de octubre de 2022 respecto al mismo periodo del año anterior, vemos cómo el precio medio del barril de Brent es un 32% superior y un 51,5 % más en el caso de los carburantes para el transporte -el gasóleo A se situó en 1,97 €/L y la gasolina, en 1,78 €/L).
Sin embargo, el precio del mercado diario de la electricidad se ha retraído un 36,4 %, situándose en 127,2 €/MWh. En cuanto al gas, su precio en el mercado se ha situado en 76 €/MWh en Holanda, 60,5 €/MWh en España, 82,5 €/MWh en Alemania y 19,7 €/MWh en EEUU.
Conscientes del peso de la industria en el escenario actual, más de 160 grandes empresas se han comprometido a descarbonizar la economía mundial, lo que significa eliminar gradualmente los combustibles fósiles para 2050, tal y como advierten desde Naciones Unidas. Fecha en la que según las conclusiones de un estudio dirigido por Christian Breyer, de la Universidad de Lappeenranta (Finlandia), realizado entre investigadores del sector energético procedentes de quince universidades de todo el mundo, se vaticina que “podría alcanzarse de forma rentable un sistema energético basado 100% en energías renovables”.
“Nuestra investigación ha demostrado que disponemos de las tecnologías necesarias para implantar un suministro energético mundial basado totalmente en las energías renovables. La ciencia demuestra claramente que un suministro mundial de energía 100% renovable es técnica y económicamente posible”, tal y como explica el Dr. Sven Teske, profesor asociado de la Universidad Tecnológica de Sídney, participante en el estudio. Es más, Breyer añade que “hacerlo así será realmente más barato a largo plazo” y además “permitirá cumplir los requisitos de sostenibilidad” establecidos en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Sven Teske - Profesor asociado de la Universidad Tecnológica de Sídney
En ese escenario, la energía solar y la eólica aparecen cada vez más como los pilares centrales de un sistema energético sostenible combinado con medidas de eficiencia energética, tal y como señala la investigación. “Los modelos de optimización de costes y la mayor disponibilidad de recursos tienden a conducir a una mayor proporción de energía solar fotovoltaica, mientras que el énfasis en la diversificación del suministro energético tiende a apuntar a una mayor contribución de la energía eólica”, detalla.
Por eso, los estudios más recientes se centran en los retos y oportunidades relativos a la congestión de la red, el almacenamiento de energía, el acoplamiento de sectores, la electrificación del transporte y la industria que implica la conversión de hidrógeno o la eliminación de dióxido de carbono (CDR). “El resultado es una visión holística de la transición hacia una economía de emisiones netas negativas de gases de efecto invernadero, que pueda limitar el calentamiento global a 1,5 grados, con un presupuesto de carbono claramente definido de forma sostenible y rentable, basado en sistemas de energía renovable-industria-CDR”, concluye Breyer.
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Energía de la biomasa
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